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No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

¿La existencia?

¿La existencia?

Para algunas personas, la existencia del ser humano está limitada a un continuo acontecer de sucesos que, llegado el día menos pensado, concluyen en el último adiós. Para otras personas, la existencia es una limitación finita de nuestras potencialidades futuras, es decir, es un trascurso de la persona, un devenir entre dos mundos. Aún están los que piensan que la existencia se corresponde con un retornar continuo, o lo que es lo mismo, un divagar del alma encarcelada en diversos estados materiales, buscando siempre la reencarnación futura, el anhelo de la perfección que liberará a esa alma de las cadenas de lo material. Los poetas encambio, la ven con ese toque romántico, ilusorio; donde lo único importante es el sentimiento, la capacidad del pensamiento fijado en lo sentimental. El historiador, la obseva desde la más pura objetividad, no buscando en ella nunca la interpretación subjetiva, sino más bien, la explicación del presente desde el acontecer pasado y, la intuición del futuro desde la acción del momento. No podemos olvidar los que, basados un poco en todas estas teorías, concluye la existencia como la posibilidad de redención, es decir, la opción entre salvación o condenación eterna. La verdad es que me asusta un poco cada vez que pienso que, para mí, la existencia, es tan solo el tú, el yo, el aquí, el ahora y Dios (y cada uno que le ponga a éste último el nombre que quiera...)

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