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No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

Ser padres.

Ser padres.

"Había una vez una familia muy adinerada que vivían en una casa muy grande y hermosa. En aquella casa nunca faltaba de nada. Vivian en ella un matrimonio, su hijo y cinco mayordomas que cuidaban de él, porque sus papas siempre tenían que estar trabajando para poder pagar a las mayordomas. Un día, al llegar del trabajo, los padres encontraron a su hijo un tanto triste y, sin dudarlo, decidieron comprarle el mejor regalo que hubiese. Así lo hicieron y, a la mañana siguiente, fueron a la mejor y más cara tienda de juguetes de la ciudad. Allí encontraron a una dependienta muy amable a la que dijeron: "nuestro hijo lo tiene todo, no le falta nada. Hasta cinco personas se encargan diariamente de él, incluso todas las tardes sus amigos vienen a merendar a casa y tienen payasos y fiestas. Pero últimamente está algo triste. Queremos el mejor y más caro regalo que tenga para que nuestro hijo sea feliz". La dependienta les miró cariñosamente a los ojos y, con una leve sonrisa les dijo: "lo siento, pero no vendemos padres".

 

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