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No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

Sueños...

Sueños...

Sueño de soledades

Que a la noche despierta,

El recelo de los olvidados.

Calla el mar y gime el cielo,

Ahogando su melancolía

En las impenetrables oscuridades

Del sombrío atardecer.

Lejos quedó ya la juventud,

Atrás fue olvidada la niñez,

Más raudo nos invade el futuro

Incierto de presentimientos.

Ya el olvido pasó,

Y fue olvidado el vano recuerdo.

No recuerda el hombre la sonrisa,

Y ésta a él también le ha olvidado.

Pues el mar engulle

Los sentimientos del espíritu,

Mientras el alma lucha cuerpo a cuerpo

Con la melancolía lejana.

Y pastada en los grises pastos

Del olvido más cruel y despreciado,

Resurgirá como semilla como muere

No llores vida, no suspires,

El futuro es posible, la esperanza está contenida

En una gota de agua que se rompe.

No llores vida, no suspires,

Todo pasará si bebemos el agua rota,

 

 

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