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No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

Una pregunta al aire

Me gustaría que alguno de vosotros me contestáse a esta pregunta: ¿Por qué somos tan tontos que dejamos pasar las mejores oportunidades de nuestra vida, para pasar el resto de ella arrepintiéndonos?. Cada instante que vivimos és único, no se volverá a repetir jamas. Cada sol que nace, no volverá a nacer. Cada lágrima que derramamos, nunca volverá. Quizás no nos damos cuenta de que ésta vida en como un viaje en tren: vamos montados en el vagón, esperando que llegue nuestra estación. Fijate en aquellos que te rodean; son historias de vidas, son pasados y presentes. Si miras por la ventanilla verás como va pasando el mundo y, por mucho que lo desees, no puedes detenerlo. Tú vas en ese vagón, eres llevado, no llevas. Pero preguntate: ¿Quién te espera en la estación?; es esta la clave de nuestra vida, saber quien nos espera en aquella lejana estación, o quizás no te espere nadie. Mi tren es como el tuyo. Pero cada uno vemos un paisaje muy distinto, porque es nuestra mirada la recopilación de nuestras experiencias. Pero, ¿se hace dura la vida cuando viajas solo?; puede. Aunque lo peor es tener la certeza de que no habrá nadie en el andén con los brazos abiertos para recibirte. ¿Quién me responde a esta pregunta? ¿Quién se atreve?. No te preocupes, si nadie está en ese andén, yo estaré esperandote, dejame recibirte, abrazarte, tender mi mano sobre tus hombros para poder acariciarte. Dejame sentir tu respiración entrecortada, como si hubieses llegado corriendo. Pasa el tren, el tuyo y el mio. Yo ya se que nadie me esperará, por que yo soy el que tiene que esperar... aunque no te creas que yo no tengo miedo, también lo siento, pensado que hayas confundido la estación y cuando se abra esa puerta, no estés detrás para sentirte cerca...

1 comentario

Roberto -

Buscando información acerca de guitarras para un trabajo de mi hijo, me encontré leyendo tu blog. Sólo quiero comentar que los ateos no creen en la existencia de un dios, punto. La carga de la prueba siempre la ha tenido el creyente. Y tiene sentido, porque dios existe sólo si crees en él.
Respecto del agnóstico, con el que me identifico, sólo afirma que no es posible demostrar la existencia de dios, lo que deja un campo bastante amplio, como para que sea posible para un agnóstico sentir amor y por sobre todo, demostrarlo.
Saludos