Blogia
No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

A los sembradores de cizañas en nombre de Dios...

A los sembradores de cizañas en nombre de Dios...

Me pregunto cuantas veces tendremos que redescubrir lo importante que es no juzgar. Me lo pregunto, y hoy con más intensidad. Puedo comprender a aquellos pobres incultos cuyas vidas están tan vacías, que necesitan llenarla con algo. Pero no puedo comprender a aquellas otras personas que se creen con el derecho de dar consejos sin que se les pidan, es decir, de meterse en la vida de los demás sin ser llamados. Aquellas personas que se creen con el poder de saber lo que es bueno o malo para ti; de hacer sus pronósticos buscando que el resultado sea lo que ellos mismos desean. Pero vamos a ver: ¿quién eres tú para aconsejar, pronosticar o juzgar, y hacerlo además en nombre de Dios? Nunca la buena intención fue el justificante del dolor ajeno. Nunca lo que yo pienso es lo que los demás deben de hacer. Tengo que aprender a meterme en lo mío, a estar cerca cuando me pidan ayuda, pero no a meterme creyéndome el salvador del mundo. Ya lo dice el refrán: “los toros se ven muy bien desde la barrera”; estar detrás de la barrera te da la libertad de opinar, de sentenciar, de pronosticar. Pero tú estás detrás de la barrera, no en la plaza, en la plaza estoy yo y quien yo quiera que esté a mi lado. Este domingo pasado, Jesús nos decía en el Evangelio: “hipócritas”, no era una amenaza, era una llamada de atención a vivir en la verdad del Amor de Dios, y eso es lo que intentamos los que nos llamamos cristianos; lo que nunca haremos será hablar por boca de Dios haciendo a los demás sufrir.

¿Qué es lo que quiere Dios?, Dios quiere la felicidad de la persona, porque para eso nos ha creado. Y puedo admitir estar equivocado, pero lo que nunca y de ninguna manera admitiré que “algunos”, desde espiritualidades despegadas de la tierra se crean con el poder de decidir por mí lo que tengo que hacer con mi vida, porque eso SEGURO QUE NO es lo que quiere Dios.

Dedicaos a lo vuestro (que podrías hacerlo mucho mejor), y acudid cuando se os llame. No elevéis juicios divinos que se pueden volver contra vosotros mismos.

Esto no es más que el consejo de un amigo para otros amigos. A buen entendedor, pocas palabras bastan: rezad más y juzgad menos, orad más e imponed menos vuestras bondades. Quizás tengáis un problema (y ojala me equivoque), es posible que creáis haber descubierto el Amor de Dios, pero habéis olvidado que ese Amor nunca te dice lo que tienes que hacer, que ese amor parte de la libertad que Dios nos regala. No la coartéis vosotros en su nombre, porque entonces, los hipócritas puede que seáis vosotros.

Yo soy feliz, si vosotros no lo sois y necesitáis manejar la vida de los demás, revisad la vuestra a luz del Evangelio; pero no seáis sembradores de cizañas, que bien sabéis lo que les ocurre según las parábolas de Jesús. Ánimo, que, a pesar de todo, Dios os quiere.

 

0 comentarios