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No podemos callar lo que hemos visto y oído. (Hch. 4, 20)

La cuaresma

La cuaresma

Cuando hablamos de cuaresma, no estamos solo hablando de un tiempo meramente litúrgico, la cuaresma es mucho más, es un tiempo de absoluta gracia y de absoluta verdad. Es el momento de poder sentir cómo la maravilla de Dios no está encerrada entre los muros de ningún palacio ni de ninguna iglesia, sino que esa maravilla de la grandeza de Dios está en la posibilidad de la conversión continua de cada uno. Cuaresma es Gracia, es decir, tiempo de sentir el poder renovador de Cristo, de poder vivir junto a él la metanoia, el cambio de vida interior. Pero sentir ese poder renovador de Cristo no es algo que se compre o que se pueda hacer sin más. Implica necesariamente el ser serios, el poder ponerse en la presencia de los demás sintiendo que siempre son el fruto de mi aprendizaje y la posibilidad de mi amor. Quien vive la cuaresma desde el absurdo de la penitencia sin sentido, olvida que el sacrificio pedido por Dios es un corazón sincero: un corazón que sea capaz de amar, un corazón con capacidad de perdonar, un corazón que no juzgue, un corazón que sienta que cada día queda algo por hacer. La cruz es el centro de la cuaresma, pero no la malinterpretemos: la cruz es signo de salvación, no de sufrimiento. Aún me chirria en los oídos esa frase de "más sufrió Cristo en la Cruz..."; ya lo sé, pero sí lo hizo fue precisamente para evitar nuestro sufrimiento, no para prolongar la cruz hasta la eternidad de la humanidad. La cruz es signo de salvación, no de dolor. Por eso, nunca entenderé a aquellos que disfrutan infringiendo cruces a los demás o a sí mismos y, encima, se atreven a decir que es lo que quiere Dios; creo que su Dios y el mío no son el mismo.

Así entiendo yo los tres pilares de la Cuaresma:

Ayuno: es bueno sentir alguna vez por un momento el hambre material que otros sienten todos los momentos de su vida, pero no es suficiente. Quizás sea mucho más importante ayunar de hipocresía que de alimentos. El ayuno voluntario es positivo, pero seamos realistas: solo me sirve a mí de forma individual. Es necesario buscar el ayuno que me es útil a mí y que repercute en los demás, es decir, ayunar de aquellas cosas que producen infelicidad en los demás. No seamos tan falsos como los políticos, que se reúnen en un almuerzo que cuesta más de 300.000 euros para dialogar sobre las fórmulas de evitar el hambre en el mundo. Madre Teresa de Calcuta aceptó acudir a recibir el nobel de la paz con una condición: que no se celebrase la tradicional cena de gala y que lo que se debía de invertir en ella fuese destinado a los pobres.

Limosna: que triste es quedarse tranquilo por unas monedillas o incluso por unos billetes en una bandeja. La limosna empieza por la propia persona, por hacer limosna tu propia vida, no por dar sino por darse. ¿Cómo puedes practicar la limosna si no te preocupas por quien tienes a tu lado? No convirtamos el mensaje de Jesucristo en un mensaje de ayuda económica. Ser pobre no es no tener nada, es que el corazón esté vacio aunque los bolsillos estén llenos. Para mí, la crisis económica no es tal, es decir, no es en sí misma, sino que es el resultado de la victoria del egoísmo de unos frente a otros. ¿Cómo pueden "algunos" hablar de las virtudes de la pobreza cuando la riqueza es su sello característico?

Oración: que importante que es, y que mal la entendemos. Oración es que mi vida sea contemplación del misterio de Cristo salvador, no es repetir jaculatorias sin parar, a eso yo lo llamo otra cosa. La oración no se hace en un momento determinado, es más, cuando se siente como obligatoria, no vale para nada porque no es el fruto de un corazón agradecido sino de un corazón obligado. La oración pasa por la acción ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?, dice Jesús a los discípulos. "Remad mar adentro", les dice en otro momento: no os quedéis en lo verbal, pasad a la acción.

Sin duda alguna, los ejemplos de los grandes santos a lo largo de la historia puede parecer que han entendido estos tres pilares de otra forma. Pero yo creo que no, porque el fruto de sus cuaresmas ha sido el amor vivido y actuado. Hace 500 años cocinábamos con hogueras, hoy lo hacemos con vitrocerámica, ¿se puede seguir cocinando con hoguera?, sin duda alguna sí, pero quizás no sea muy práctico. Contemplar el camino de la cruz (vía crucis), no es para llorar a cada paso, sino para vernos reflejados y sentir que si Él lo hizo por nosotros, nosotros somos los responsables de que nadie más lo haga. Incidir en las lamentaciones absurdas o los pietismos popularistas, de poco sirve para resucitar. Porque no podemos olvidar que el objetivo último de la cuaresma es la Resurrección, ¿Por qué nos seguimos empeñando en quedarnos en la tarde el viernes santo de nuestra vida? La fe es hermosa si se vive con libertad y con plenitud. Cuando se vive con hipocresía y con falsedad, no solamente es absurda, sino que se convierte en camino que nos aleja del Cristo victorioso.

 

1 comentario

jose -

tu y yo tenemos el mismo DIOS,hay mucha gente a la k le hace falta cambiar de DIOS. SIGUE ASI NOS HACES FALTA.