Laura 'despierta' tras cuarenta semanas en coma (fuente: elcorreo.com)
Primero fueron los ojos. Parecía como si la mirada de Laura siguiese la risa de su hermana María, de once años, en sus juegos por el salón de su casa, reconvertido en habitación de rehabilitación. Luego fue un amago de sonrisa ante los desvelos de su madre, Encarnación, en torno a su cama. Y más tarde un leve asentimiento de cabeza tras el beso que le da su padre, Manuel, todos los días antes de irse a trabajar. El caso es que hace dos semanas, Laura Ortega Montiel, de 21 años, despertó después de pasar cuarenta semanas en coma tras una hemorragia cerebral. El miércoles de la semana pasada lo certificó un neurólogo: había despertado. No había duda. «No se lo podía creer. Nos dijo que nuestra niña había vuelto a nacer», relata Encarnación, la madre, desde el barrio jienense de Santa Isabel, en una casa que estos días es una fiesta, una romería de vecinos y familiares que pasan a felicitarlos con flores y regalos.
Entre periodista y periodista que se interesa por el caso, entran y salen de la casa las amigas de Laura . «Lo siguiente es que nos tomemos algo por ahí», bromean. Laura les sonríe y levanta el dedo pulgar. OK. Todos ríen. La felicidad ha vuelto a la casa.
«Hace tres días no podía ni levantar la mano», dice su madre, con un punto de orgullo por los avances de su hija. Desde que despertó, Laura demuestra que no ha perdido la memoria. Conoce a sus hermanas, por sus nombres:_asiente cuando le dicen el correcto, niega cuando intentan ponerla a prueba. Por el mismo procedimiento resuelve operaciones matemáticas (sumas, restas, multiplicaciones) e incluso entiende cualquier cosa que le dejen leer.
«El problema es la movilidad. Pero nos dicen que avanza muy rápido. Día a día se ven los progresos», dice su padre. A diario atienden a Laura en la Asociación de Daño Cerebral Adquirido (Adacea): ejercicios de estimulación, fisioterapia... Todo con medios avanzados que han ayudado al milagro. «Los médicos siempre han dicho que su gran baza es que tiene 20 años», aseguran en la familia.
Joven, guapa y con negocio
Hasta antes del accidente cerebral, la vida sonreía a Laura . «Joven, guapa y con su propio negocio, una tienda de bicicletas recién montada», resopla su padre, propietario de un taller mecánico. El 30 de diciembre por la mañana a Laura le dolía la cabeza. Fueron al hospital y le dijeron que sufría sinusitis. En casa, el dolor no cedía. «Mamá, me duele mucho», se quejaba. Luego, un grito. «Se desmayó. Y hasta hoy. Lo que por la mañana era una sinusitis a las dos de la tarde era un coma por un derrame, una hemorragia masiva en el cerebro de la que la tuvieron que operar a vida o muerte», resumen los padres.
Aún intentaban recuperarse del golpe cuando el derrame repitió. «Fue a los doce días. De nuevo entró a quirófano. A vida o muerte otra vez. Nos hundimos», admite el padre. Fue el último momento de flaqueza que se permitió la familia. Después tocó arrimar el hombro. Todos.
Laura estuvo más de cuatro meses ingresada en el hospital Neurotraumatológico de Jaén. Hasta el 16 de abril. «Lunes Santo», precisan los padres. De allí, al hospital Doctor Sagaz, donde le dieron el alta el 30 de julio. Tres días en el campo en casa de un familiar bastaron para que sufriera fiebres. Así que a casa, a Santa Isabel. Junto a la cama que instalaron en el salón, en un aparador, se guardan los cuadernos donde se hicieron los cuadrantes con los turnos para estar junto a Laura las noches. Y los días. Participó toda la familia: su hermana Ana, primos, tíos... Con una letra minuciosa se dejó registro de todas las veces que se le tomaba la temperatura o se le daban medicinas.
Una casa nueva
Se hicieron reformas en la casa para adaptarla a la nueva situación de Laura . La familia se amoldó a una nueva rutina: a las siete y media de la mañana, todos en pie para que la chica estuviese a punto a las nueve menos veinte, cuando la recoge el autobús que la lleva a rehabilitación. «Ni un sólo día ha estado sin fisioterapia y sin sus tratamientos», dicen en la familia.
Vuelve a las tres y media de la tarde, descansa y por la tarde tiene visitas: amilos abrazos, las muestras de cariño continuas, han formado también parte de la terapia. Colgadas en la percha del gotero, medallas de Nuestro Padre Jesús, del Ángel de la Guarda, de mil y una vírgenes y santos. Así hasta hace dos semanas, cuando alguien se dio cuenta de que Laura seguía con la mirada las travesuras de su hermana.
«Nunca hemos tirado la toalla. Hemos peleado y hemos hecho todo lo que ha estado en nuestra mano. Es lo que queremos transmitir a otras familias que estén pasando por ésto. Que hay esperanza», dice Manuel, consciente de que aún hay mucho camino por delante. De que aún queda pelea después de que Laura lograse despertar. Pero ahora la afrontan con una sonrisa.
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