La libertad se encuentra en el amor
Nuestra libertad es el bien más preciado que tenemos. Nadie puede, ni debe, robárnosla. Ésta comienza y tiene su término en la dignidad del ser humano, algo a lo que nunca podemos renunciar, pues cuando lo haceos nos convertimos en meros instrumentos de intereses particularistas, unos intereses que solo sirven para el bien de algunos; es decir, somos un objeto más. El pensamiento es libre, pero no solo el pensamiento como tal, sino también la conducta y la conciencia. ¿Dónde está el punto de inflexión entre la libertad y la esclavitud?; sin duda alguna, se encuentra en la felicidad. Pero no en ese tipo de felicidad pasajera y trasnochada que se agota en los problemas de cada día; existe una felicidad mucho más profunda, aquella que emana del corazón, aquella que nos hace descubrir cada amanecer como una oportunidad nueva y única que se agota sólo en la búsqueda de la felicidad del otro. Todo lo externo no es más que pasajero, divagante. La auténtica perla preciosa se encuentra en el interior, allá donde nadie puede marcar los preceptos de la oscuridad. Si quieres ser libre, tendrás que empezar por amar; si quieres amar, comienza por sentir esa libertad como aquello que te convierte en único e irrepetible. ¿Has sentido alguna vez el abandono?, ¿alguna vez te has sentido traicionado? No temas por eso, es la condición humana, lo más importante es que tú nunca pagues con la misma moneda, porque entonces has dejado de ser libre para ser esclavo del odio; y el odio nos consume y nos corrompe hasta convertirnos en puros animales guiados por el impulso más profundo de nuestra sinrazón. Por eso Jesucristo nos dice "ama a tu enemigo", porque amar al amigo es fácil, es cómodo, es rutinario. En cambio el enemigo es el que te pone la meta, el que te obliga a superar tu propio listón; el que te obliga, en definitiva, a reafirmarte como persona y a cimentar tu libertad. Podrán obligarte a no respirar, pero nunca a no pensar, a no sentir, a no amar; el amor es libre, porque la libertad es el amor.
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