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Iglesia-Fe

Descubierta la red clandestina de Pio XII a favor de los judios

Un poco de historia sobre los reyes magos

¿Iglesia o secta?

Existe otra fuente de confusión en el tema de las sectas: el empleo errático de los vocablos como "religión", "iglesia" y "secta". Así, es posible que alguien pregunte si el Umbandismo es una iglesia, una religión o una secta.

Cuando hablamos de una religión, estamos refiriéndonos a un sistema doctrinal y ritual a través del cual una comunidad obtiene una serie de respuestas a los interrogantes universales, fruto de una concepción singular acerca del hombre y su posibilidad de relación con la trascendencia. De acuerdo a esta definición, son propiamente religiones el Cristianismo, el Budismo, el Islamismo, el Animismo, etc.

Ahora bien, el Cristianismo como religión merece una consideración particular ya que ha dado origen a través de dos milenios de historia a una serie de comunidades que, aún cuando mantienen como vínculo de unidad su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se han congregado en diversas iglesias que se han estructurado a través del espacio geográfico y de los siglos como comunidades identificadas con ciertas peculiaridades doctrinales y rituales. Una iglesia tiene una identidad estructural, doctrinal y ritual que trasciende el tiempo y el espacio. De aquí que en el contexto cristiano haya una Iglesia Católica, otra Ortodoxa, otra Luterana... todas igualmente cristianas, y todas iglesias.

Esta organización eclesial es propia del cristianismo, y no podemos buscar tales estructuras en otras religiones como el Budismo o el Brahmanismo.

Teniendo en cuenta la diferencia existente entre religión e iglesia, la secta es una segmentación de estas unidades antes descriptas, a partir de la adhesión a una enseñanza o práctica particulares al margen de la estructura ritual y doctrinal de las religiones o iglesias. Así, dentro del Budismo encontramos cientos de sectas que hacen referencia a una gama muy variada de maestros espirituales que a lo largo de los siglos han enseñado una gran diversidad de maneras de comprender las enseñanzas de Buda. Este fenómeno de segmentación se da al interior de todas las religiones y las iglesias.

Así, si retomamos la pregunta inicial, el Umbanda no es una religión. La religión propiamente es el Animismo, es decir un sistema ritual y de creencias que rinde culto a las fuerzas latentes en las realidades inanimadas, tales como el agua, el rayo, etc.. Tampoco podría ser una iglesia, ya que no se trata de un sistema cristiano, sino de un sincretismo de origen claramente pagano.

Las Sectas No Son Iglesias

Muchos de los nuevos movimientos religiosos se llaman Iglesia. Así nos encontramos con la Iglesia de Cristo Científica (Ciencia Cristiana) con la Iglesia de la Unificación (Moon), con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días (Mormones), etc.

Sin embargo ningún grupo que sea secta puede ser considerado Iglesia.

La Iglesia está formada por cristianos, ella ha sido instituida por Cristo y ya quedó dicho que las sectas no siguen verdaderamente a Jesús.

La palabra Iglesia viene del griego Ekklesia, asamblea. La Iglesia es la convocación dirigida por Dios a los hombres en Cristo con el deseo de construir su Reino. San Pablo dice que es la plenitud del cuerpo de Cristo (Ef l, 23). Sólo hay una convocación y sólo debería haber una única Iglesia universal.

Pero por las divisiones históricas existen varias Iglesias, denominaciones o confesiones. Por eso la palabra Iglesia también se aplica a diferentes Iglesias.

Así es que podemos decir que la Iglesia es el conjunto de todos los cristianos y también una parte como la Iglesia Luterana, Católica, etc.

Desde el punto de vista del significado bíblico del término, la palabra Iglesia, no tiene en el Nuevo Testamento más que dos sentidos: la Iglesia, cuerpo de Cristo, orgánicamente uno; y la Iglesia, manifestación local de ese cuerpo único. Fuera de esta Iglesia única, en el plano comunitario no puede haber más que sectas, no Iglesias, en el caso de que esas comunidades nazcan herejías.

Las sectas tienen otra postura y se colocan en contra de la doctrina clásica, en contra de institución. Protestan en contra de las otras Iglesias del mundo. Quieren ser algo único, una reavivación.

La postura de la Iglesia Católica

La postura de la Iglesia frente a los demás credos es de mucho respeto y valoración por lo que ellos mismos tienen del mismo único y verdadero. La fe, sea cual sea, vivida con pureza de corazón y con sinceridad, lleva necesariamente a Dios, que ve los corazones y se deja ganar por el amor. Sin embargo, encontrar la verdad completa es una necesidad inscrita en la naturaleza misma del hombre , siempre está buscando el "algo más", llenar los huecos vacíos... que solo Dios puede llenar. Por eso las misiones de la Iglesia tienen la justificación de la caridad más pura, porque el único objetivo es darle a los hombres la verdad completa y llevarles así a su propia plenitud. El Islam y la Iglesia son hermanos, hijos de un mismo padre, Abraham, y herederos de una misma promesa de Dios. Desde un punto de vista religioso somos hermanos, igual que con los judíos. Otro asunto muy distinto han sido las pretensiones políticas y económicas esgrimidas por ciertos pueblos islámicos como motivos religiosos, que han llevado a separaciones y guerras.

La diferencia esencial está en que la Iglesia católica está fundada por el Hijo de Dios, Dios mismo que se hizo hombre para salvarnos con su vida del pecado y que quiso perpetuar su presencia entre nosotros en la Iglesia. Es una institución divina que tiene como alma al Espíritu Santo, como ley el amor, como miembros todos los bautizados. Habría muchas razones para entender que esto es así, tal vez la más sencilla sea mirar un poco la historia y ver cómo ha sobrevivido la Iglesia a tantos ataques, sobre todo internos (pecado, apostasía, rebeliones, herejías...) ; si no fuera obra de Dios habría muerto casi al nacer, como dijo el rabino Gamaliel a los fariseos que querían matar a Pedro y a los apóstoles: si es una obra de los hombres morirá por sí sola, si es obra de Dios no podemos exponernos a luchas contra Dios (Hechos de los apóstoles).

Las sectas piensan que:

Ø    La Iglesia ha hecho traición a Cristo y se ha comprometido con el mundo.

Ø    Destaca la importancia del carisma sobre la función.

Ø    La espontaneidad sobre la organización.

Ø    El profeta sobre el sacerdote.

Ø    La inspiración sobre la doctrina.

Iglesia

§  Basada en la universalidad: la voluntad salvífica de Dios se extiende a toda la humanidad.

§  Postura abierta de la cristiandad al mundo secular, en el que sus miembros tienen que vivir sus vidas.

§  Comunidad de santos y pecadores, donde se predica que el pecador arrepentido puede alcanzar el perdón de Dios.

§  Frente al peligro de la perdida de identidad por el paso del tiempo, se institucionaliza, estandariza los sacramentos y define los contenidos de la fidelidad.

§  Llega a la sociedad y da a los cristianos continuidad y tradición. Acepta el mundo secular a quien otorga líneas ético-espirituales y procura el mantenimiento del orden general del cual forma parte; requiere del vínculo con los poderes seculares establecidos.

§  Respuesta caracterizada por el compromiso y la acomodación; arreglos con la realidad de un mundo que no sólo constituye; es el precio que debe pagar para ser universal.

Sectas

Ø Basada en las elevadas demandas éticas del Evangelio, haciendo difícil la obtención de la membresía y su mantenimiento en la comunidad cristiana.

Ø Separa a sus miembros del mundo secular que rechaza como dado al pecado; lo consideran totalmente pecador y al margen de toda esperanza de redención, para mantener la pureza de los ideales religiosos, se aparta de la sociedad.

Ø Frente al mundo, el Estado y la sociedad adopta una actitud de diferencia, resignación o animosidad.

Ø Está en relación íntima con las clases y con todos los grupos opuestos al Estado, y a la sociedad.

Ø Solidaridad, simpatía y ayuda mutua son sus virtudes.

Para terminar, es importante hacer algunas precisiones:

Ø    El fenómeno de diversificación de la experiencia religiosa al que estamos haciendo referencia, es extremadamente diverso y tiene manifestaciones muy discordantes, lo que en general hace inadecuado el empleo de un único término para referirnos a él en su totalidad.

Ø    A pesar de esto, parece insoslayable el hecho de que el término "secta" es -al menos por el momento-, el más adecuado para identificar la problemática a la que nos estamos refiriendo dada su capacidad de significación.

Ø    Tanto la fenomenología de la conducta sectaria, como la del fanatismo, son elementos propios del campo de la psicología y la sociología, no exclusivos de lo religioso. Hay conductas sectarias en todos los ámbitos de la organización social.

Ø    Es errónea la antítesis que se suele presentar entre "secta" y "religión". Se puede denominar religiosa" a toda

Ø    conducta del hombre que tienda a establecer relación con la Trascendencia, sea dentro o fuera de una iglesia. En este sentido también se suele hablar de "sectas religiosas".

Ø    La verdadera contraposición se da entre "secta" e "iglesia" como dos modos diversos de plasmar en estructuras sociales ese intento de reencuentro del hombre con Dios.

Ø    Desde una perspectiva claramente cristiana, la terminología adoptada en el Documento de Santo Domingo parece la más adecuada para referirnos a este fenómeno.

Secta - Grupo humano que se automargina de su entorno social, religioso y/o cultural, al priorizar una afirmación secundaria por encima de la Verdad, lo cual ocurre generalmente al seguir un maestro particular o su doctrina; y que por lo tanto se inhabilita a sí mismo para la comunión

 

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.

Son muchas las personas, entidades y gobiernos, que han utilizado estas palabras de Jesús a lo largo de la historia para justificar la pobreza. La expresión dichosos los pobres no es en absoluto un argumento para justificar ningún tipo de pobreza, ni económica, ni de justicia, ni de ningún otro tipo. En muchas ocasiones hemos escuchado esas palabras que justifican el sufrimiento humano desde la posterior recompensa de Dios; incluso desde "espiritualidades" desfasadas, se propone el sufrimiento como camino necesario de encuentro con Dios; así, el sufrimiento se convierte en positivo e incluso, si no se da de forma natural, es recomendable provocarlo. "Más sufrió Cristo en la cruz", es una expresión muy utilizada para dar un falso valor al sufrimiento del ser humano, parece como la justificación a la quietud ante las vías que podrían aliviar tal sufrimiento. El dolor, provocado incluso, se transforma casi en un deseo, como única forma de auténtico encuentro con Jesucristo. La pobreza, como un camino que es necesario para la consecución de un "premio final". La historia nos enseña como los vaivenes de la espiritualidad han podido provocar en ocasiones, concepciones erróneas del sufrimiento y del dolor. Lo primero que tenemos que tener claro es que sufrimiento y dolor no es lo mismo; el sufrimiento provoca dolor y el dolor conlleva el sufrimiento, son dos realidades de una misma experiencia, pero dos realidades complementarias y contrapuestas a la vez. Estoy seguro de que el dolor de Cristo en la cruz, en Getsemaní o en otros tantos momentos, no es un dolor ni un sufrimiento provocado ni buscado. Lejos de ello, es asumido con capacidad redentora, pero precisamente su aceptación voluntaria va encaminada a su desaparición. Es decir, Cristo asume el dolor y el sufrimiento de forma voluntaria para paliarlo en el ser humano. Ejemplo de ello es precisamente el hecho de que Él no queda impasible ante las realidades que se encuentra de sufrimiento y dolor, sino que más bien, interviene de forma directa para aliviarlas, e incluso para eliminarlas.

La pobreza de espíritu es un don, un don que se trabaja. Este tipo de pobreza es la del que se siente siempre deseoso de llenar más su espíritu, su interioridad. Pero ésta necesidad de llenarse no lo es para sentir la sensación o satisfacción de "realización", sino que, en clave cristiana, esta necesidad responde a otra más urgente: la de poder darse a los demás. No es difícil ser pobre de espíritu, es complicado, pero no difícil. Solo quien experimenta la sensación de la renuncia a sus prioridades en bien de los otros, puede sentir esta plenitud de pobreza. Buscar la pobreza de espíritu es para mí, en definitiva, sentir la necesidad constante de poder aportar siempre algo nuevo a un mundo que se cree plenamente satisfecho, es no quedarse indiferente ante las realidades de pobreza material, de soledad, de injusticia y de tantas otras pobrezas que asolan todas las edades del hombre.

La llamada de Cristo a estar alegres es una llamada a la vida en plenitud. Es Él mismo quien contrapone en pocas palabras los dos términos: sufrimiento frente a alegría. ¿Con cuál te quedas?, ¿Cuál crees que responde más a la voluntad de Dios?. Sin duda alguna, quien asume el dolor y el sufrimiento, lo hace para evitarlo en los demás. Es decir, ¿si Cristo sufre voluntariamente por nosotros, para que el sufrimiento voluntario?. La clave, al menos para mí, está en la alegría. El Cristo de la cruz, es un Cristo empapado en sangre, con ojos de dolor. El Cristo de la Resurrección es un Cristo con ojos iluminados, sonrisa en la cara y mirada de Esperanza. ¿Con cuál te quedas?.

 

Habla el feto, aquel de quien la ministra dice que no es ser humano...

 

El valor de vivir

Manifestación del día 17 de octubre

Manifestación del día 17 de octubre

Nadie que se precie puede estar a favor del aborto. Es más, nadie puede tan siquiera quedarse al margen y no decantarse. Sin duda alguna, la obligación de la iglesia está en defender la vida como el bien más preciado, defender la vida de los no nacidos, detestando todo aquello que implique asesinato (con todas sus palabras). Pero si una de las misiones de la iglesia consiste precisamente en esto, otra fundamental es seguir el ejemplo de Jesucristo. Él no manda a los discíspulos a "los campos de batalla" y se queda en Nazaret esperando noticias. No organiza manifestaciones en contra del poder establecido. No busca contentar políticamente a sus contrarios. El gran misterio de Jesucristo, lo que hizo y hace que tantas y tantas personas le sigan, parte del ejemplo propio de la vida. Ante la pecadora que va ha ser lapidada, no ordena a Pedro que se adelante para detener la ejecución, sino que Él se pone delante de ella para que las piedras no alcancen a esa mujer. Yo me pregunto: ¿Dónde está el testimonio de los obispos?, me hago ésta pregunta al escandalizarme por saber que el "primer" cardenal de España, la cabeza visible de la iglesia española como presidente de la conferencia espiscopal, nos llama a todos los cristianos a participar en la manifestación del día 17 mientras él no lo hará. ¿Qué está fallando?, ¿Por qué en la manifestación de las familias si y ahora no?. No digo esto con desolación anticlerical, sino con dolor cristiano. Prefiero al Cristo que no lleva la cruz de oro en el pecho, sino cargada sobre sus hombros. Quizas, al menos para mí, una clave importante esté en que lo fundamental no es la existencia de unas leyes permisivas, sino el dato de que más de un 40% de las mujeres que abortan sean católicas. Señor Rouco, baje un poco a la tierra y carge un poco con la cruz de Cristo, porque esa cruz pesa. Jesús condenó de forma radical la hipocresía; la iglesia necesita recuperar su novedad y su frescura, pero para eso es necesario que empiecen los de "arriba", ¿cómo? el primer paso será recordar que "estar arriba", es ser el último y el servidor, no el gobernador y el hipócrita. Una vez más, condeno el aborto; una vez debemos de abrir nuestros corazones a aquellas mujeres que lo practican, quizás no necesiten nuestra condena, sino nuestra ayuda.

Exposición de las misioneras combonianas en Totana, del 13 al 19 de Octubre y venta de artesania

Exposición de las misioneras combonianas en Totana, del 13 al 19 de Octubre y venta de artesania

La Sala de Exposiciones Gregorio Cebrián acogerá del 13 al 19 de octubre la exposición misionera y venta de artesanía de las Hermanas Misioneras Combonianas. Durante estos días, tal y como explicó la edil de Cultura, Ana Belén García López, durante la presentación de las actividades de esta exposición, la muestra enseñará al visitante a través de 23 paneles imágenes de los cinco continentes en las que prima las diferencias entre la riqueza y la pobreza y los desafíos que se presentan con esta dualidad.

Además, según explicó la responsable de la organización de la exposición, la hermana Comboniana, Encarnita Cámara, en la muestra habrá objetos manufacturados, traídos directamente de África, que los visitantes podrán comprar con el fin de promocionar y mejorar el mercado artesanal local. Así, en la exposición se venderán figuras de ébano, lienzos de ceras, papiros, pareos de telas africanas, fulares, collares y pulseras de semillas, figuras de Tawa (marfil vegetal) y libros especializados en la misionología, entre otras cosas.

La edil de Cultura ha agradecido la labor de las hermanas en su trayectoria por África así como la promoción de los productos artesanos, que fomentan la economía de los pueblos de este consistorio, aquí en el municipio de Totana.

Por su parte, Encarnita Cámara, hermana Comboniana que ha estado más de 20 años en Uganda como misionera, elogió la buena predisposición del Ayuntamiento de Totana a la hora de colaborar con la organización de la exposición.

La muestra estará abierta de 9:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 20:00 horas del 13 al 19 de octubre.

GÉNESIS 2,18-24

GÉNESIS 2,18-24

 

El Señor Dios se dijo:

-- No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.

Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no se encontraba ninguno como él que le ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo:

-- ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

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La primera lectura que escuchamos este domingo, nos habla de la creación. En primer lugar, son colocados hombre y mujer a la misma altura, en la misma escala de dignidad humana, ambos son creados por Dios. Es imposible desde aquí poder justificar cualquier tipo de diferencia entre ambos. Los dos forma una sola carne, es decir, tanto necesita el hombre a la mujer, como la mujer al hombre. Ambos están llamados a vivir en común-unión, no en desunión. Nunca se podrá justificar, desde la palabra de Dios, el maltrato de una mujer, NUNCA, pues quien maltrata a un hombre o a una mujer está maltratando a misma creación divina. El ser humano es imagen de Dios, de un Dios que ama por igual y que en ningún momento puede discriminar a ninguno de sus seres creados. Hoy día asistimos con mucha frecuencia a esos trágicos casos de abusos y maltrato, algunos incluso llegan a la muerte. Que deplorable debe de ser esto para cualquier persona, pero mucho más para un cristiano. Quien alza su mano contra una mujer pierde en ese mismo instante su condición de ser humano, para convertirse en la peor de las bestias, en alguien para quien no debe de haber contemplaciones ni escusas. Uno de los grandes causantes de estas situaciones es el sentimiento de posesión, muchas veces los hombres nos creemos en la posesión de una mujer, olvidamos que la persona no es una posesión, sino un semejante que es imagen viva de Dios. Nadie puede justificar nunca una agresión, quien lo hace se convierte en cómplice directo, se convierte en otro animal sin razón ni sentimientos. Existen muchos tipos de maltrato en nuestra época: físico, psicológico, social... Ninguno es mayor o menor que otro, todos han de ser medidos con la misma regla, porque ninguno de ellos es justificable.

Encuentro también en ésta lectura otra idea que considero muy importante: "no está bien que el hombre esté solo". Es decir, la soledad es contraria a la voluntad de Dios; ningún precepto humano ni regla establecida puede obligar al ser  humano a la soledad. Es ésta la carcoma que corroe lo más profundo del ser. Por eso nunca entenderé que se marquen "normas" humanas que obliguen a ésta soledad, cuya consecuencia no es otra que la malversación del propio ser humano. Una soledad buscada, es querida. Una soledad obligada, es suicida. No se trata de conveniencias ni de tan siquiera de tradiciones, la palabra de Dios es sabia y maestra, mucho más que cualquier precepto humano. Nadie puede condenar la unión de un hombre con una mujer, puesto que si lo hacemos, estamos condenando la misma intención creadora de Dios. Entonces ¿por qué algunas normas insisten en llevar a la soledad al ser humano?. "Los mandatos de Dios son estables", dice la Sagrada Escritura. TODOS los mandatos de Dios, no solo los que nos convienen.

En definitiva: dos ideas por encima de todo, el respeto a la dignidad del ser humano por excelencia; y la soledad humana como algo no querido por el creador. "Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mc 2).

 

Valores

Valores

Los valores fundamentales del ser humano, no son los valores impulsados por una mayoría dominante. Lejos de eso, todo valor ha de pasar por el filtro la propia conciencia, dado que es así como realmente se descubre su certeza. Nadie puede alardear de ser solidario si el concepto de solidaridad no es algo que emana de su interior. Nadie puede decir que es comprensivo si sigue atado a los ancestrales tabúes de lo que huele a viejo. Una garantía de nuestros valores la encontramos en la tranquilidad de nuestra mente, es decir, cada uno sabe si está actuando bien o no; es algo intrínseco al propio ser humano. Por supuesto que hay que tener el oído bien abierto al baremo externo, pero en la interioridad ese baremo es solamente un referente, importante por supuesto, pero referente.

Me “encanta” ver a esas personas que se atreven a establecer valores universales desde lo subjetivo. Lo curioso es que normalmente su propia vida no tiene nada que ver con lo que intentan implantar a los demás. La libertad no es simplemente un concepto, es un estilo de existencia. Curiosas me resultan también esas otras personas que pasan por la vida dando lecciones de moral, de comportamiento, y de otras tantas cosas; cuando su quehacer diario dista mucho de su hablar cotidiano. Un ejemplo claro son algunos políticos, que nos hablan de la necesidad de “ajustar el cinturón” mientras su discurso es pronunciado en mesas bien cubiertas de referentes poco claros de humildad. Otro ejemplo podrían ser “algunos” eclesiásticos que discursean sobre lo importante que es no meter a la Iglesia en política, a la vez que preparan “manifestaciones” cuyo lema es solo una escusa para otros fines. Y el último ejemplo que podemos encontrar al pie de la calle: los que suelen pronunciar la famosa frase “yo tengo muchos amigos gays”, como si se tratase de objetos a mitad de precio que se compran en Ikea, a la vez que miran de reojo a aquellos cuya condición sexual es distinta marcando la suya como la obligatoria, claro que muchos de ellos son pobres de corazón que viven su condición sexual como una condena y lo que no pueden soportar es que otros la vivan con libertad. Los auténticos valores no entienden de discriminación, ni intentan imponerse, ni tan siquiera buscan la honra de los demás. Y no lo hacen porque conllevan en sí mismos la pura libertad y no necesitan el reconocimiento de nadie.

Es importante no perder de vista quienes somos, quienes éramos y quienes podemos llegar a ser. Es importante porque nuestra propia historia es la que va forjando nuestra vida presente y futura. Podemos encontrar grandes y auténticos ejemplos que nos sirvan de referente, pero curiosamente, los que lo son, nunca han buscado implantar nada en los demás, ni tan siquiera juzgar nada; ni ser ejemplo de nada. Quien busca ser ejemplo de algo, normalmente es ejemplo de lo contrario.

Muchos son los que desean convertirse en dioses. El auténtico Dios, solo desea ser cercano a las necesidades del ser humano, no busca juzgarlo. Para mí, Jesucristo no predica valores, los vive. Y para mí, Jesucristo está más en muchas personas humildes y sencillas que en grandes boatos hermosos por fuera y vacios de contenido.

¡¡Effetà!!

¡¡Effetà!!

CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO 2, 1-5

Hermanos:

No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Por ejemplo; llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado." Al otro, en cambio: "Estate ahí de pie o siéntate en el suelo". Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los le aman?

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron a un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó le lengua: Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

-- Effetá (esto es, "ábrete").

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia proclaman ellos. Y en el colmo del asombro decían:

-- Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

 

Una vez más nos encontramos a un Jesús caminante, un Jesús que no se queda sentado esperando a que vengan a él. lejos de eso él recorre el camino, parece como si todo el largo y polvoriento camino que hace vaya dirigido a encontrarse directamente con aquel sordo que apenas podía oir. Aquel que en su contexto era considerado un pecador por ser un enfermo. No le importa, él sabe cuál es su misión: el encuentro con quien le necesita, con quien necesita de su presencia para poder abrir sus ojos y ver la luz, la luz de la verdad y del amor. Con quien le necesita para poder soltar su lengua y no ser callado por la injustica de la tradición judía, una tradición que ya le había condenado. “Effetá”, ábrete. No es una petición, es una orden dirigida a las trabas físicas, dirigida a toda una ley impuesta y que aleja de Dios. Así lo expresa Santiago: No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Tender la mano en nombre de Jesucristo es no hacer acepción de personas, no valorar a los demás por su rango o condición. Effetá significa abrir nuestro propio corazón para que en él tengan cabida todos, absolutamente todos, no solo los que nos benefician o agradan. Es abrirnos al entendimiento y ser solícitos a la Esperanza. Son muchos los que en nuestros días carecen de esa Esperanza, una esperanza tan radical que no entiende de convencionalismos, que no sabe de clases sociales o barreras humanas. Cuando el ser humano busca tan solo la esperanza del mundo, la que nos proporciona lo pasajero, su paso le hace caer en un profundo pozo de desesperación, en una falta de ilusión que acaba ser la condena a muerte del propio ser. La Esperanza del “effetá”, es distinta, nueva, renovadora. Es Cristo mismo quien la ofrece, y ante ella no existe la traba del  hablar humano. En ocasiones llenamos nuestras bocas con palabras estupendas, nuestras mentes con ilusiones utópicas y nuestros oídos con los alagos que necesitamos. Hay que bajar un poco más a la tierra, pisar el camino polvoriento que pisa jesus, darse cuenta y ser conscientes de los que nos esperan para poder sentir nuestra mano tendida. Madre Teresa de Calcuta vivió ésta realidad muy de cerca. No se quedó aislada del mundo compadeciéndose de los necesitados, buscó esa presencia de Cristo en los más pobres de espíritu. Nunca quiso ser distinta, nunca quiso el alago humano ni los aplausos pasajeros.  Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los le aman?”. La clave de ser heredero del reino no radica en ocupar un status o una posición en la Iglesia, ni en la sociedad, ni en el mundo. La clave de ser herederos del reino radica en ser elegidos, elegidos para ser testigos de esperanza, desatadores de nudos que hacen al ser humano vivir en la mudez. Quien no denuncia la injusticia, quien se conforma con vivir, quien calla el mal; no es testigo de Cristo ni heredero del Reino, porque quizás, la impasibilidad de su existencia ya es la herencia recibida y no puede reclamar otra. Los pobres que el mundo rechaza son los preferidos de Dios. Tenemos que tener mucho cuidado, porque puede que ocasiones hayamos hecho de nuestras comunidades cristianas, de nuestras iglesias, ámbitos de los “bien vestidos”. La palabra de Dios nos reclama la necesidad de recordar, que en nuestras comunidades,  no hay “bien vestidos”, que el orden es inverso, los harapientos son ahora los elegidos, son evangelio viviente. Ánimo, nuestro espíritu aún puede volver a ser pobre y necesitado de Dios, todo está en dejarse meter los dedos en los oídos y en dejar que nuestros ojos sean manchados con la saliva de Cristo, cada segundo que pasa es una nueva oportunidad para salir al camino y esperarle, para dejarle hacer en nosotros el milagro, para que nuestro corazón pueda sentirse interpelado por el “effetá”.

 

La norma de Cristo

La norma de Cristo

 

“En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos). (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen si lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús: ¿Por qué comen tus discípulos con mano impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores? Él les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

En otra ocasión llamó Jesús a la gente y les dijo: Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”.

Los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, no cumplían una serie de preceptos prescritos por normas humanas. Jesús no se queda indiferente ante ésta acusación; se atreve, arremete contra aquellos que solo se fijan en los preceptos humanos. Contra aquellos para los que la ley humana está por encima del precepto fundamental de Dios: el amor. Pero llama la atención que es Jesús quien se acerca a los fariseos, parece como si quisiese provocarles, pero no es así. Él se acerca porque conoce su error y desea corregirles para que puedan descubrir que la ley no es lo fundamental. Nosotros nos hemos quedado también en un montón de preceptos. Hacemos de nuestra vida cristiana el cumplimiento de una serie de normas, olvidamos con demasiada frecuencia que no hay mayor norma que el Amor de Dios. Nuestra iglesia, en ocasiones, se ha convertido en eso: el cumplimiento de la norma. ¿Dónde está Dios?, ¿reside acaso en los preceptos humanos?, ¿podemos encontrarlo en blanco sobre negro? Dios es mucho más que un montón de normas. Los preceptos nos pueden ayudar a descubrirle, pero cuando nos convierten en esclavos pierden su validez. El dios de Jesucristo es el Dios de la libertad, el Dios que no condiciona nuestra vida sino que marca pautas para poder vivir su esencia. Quien se queda esclavo de una norma, ha perdido a Dios. Los preceptos humanos, sirven para encontrar lo humano; los preceptos divinos, para encontrar lo divino. La pregunta que todos debemos de hacernos es ¿dónde está nuestra vida cristiana?, ¿en el cumplimiento?; no puede ser. No puede ser porque en ese mismo momento estaremos haciendo una Iglesia muy distinta de la querida por Jesús. La iglesia debería de ser el punto de encuentro, el ámbito de la solidaridad y la fraternidad. Por desgracia, son muchos los que se han encargado de hacer una Iglesia preceptual, donde lo que no es normativo no vale, donde todo el que se escapa del precepto queda fuera. Esa iglesia es humana, humana porque piensa y actúa como tal. Por suerte, en ella está el Espíritu de Dios, y es su espíritu el que continuamente nos ayuda a descubrirle a Él a pesar de lo humano. Descubrir a Cristo, es buscarle en su Palabra, desearle en los demás, pero sobre todo tener presente que de nuestro corazón también pueden salir los malos sentimientos. Esos son los que no podemos consentir, si lo hacemos, nos convertimos en hipócritas, en hacedores de  maldades en nombre de Cristo.

No hay, ni puede haber nunca, norma superior al Amor. Nunca. Dios no juzga, no condena, ¿por qué lo hacemos nosotros?, ¿con que derecho elevamos nuestra voz para decir lo que está bien o mal?, ¿Quiénes somos nosotros para decidir lo que Dios quiere o lo que no? En muchas ocasiones podemos cometer ese error. En nombre de Dios, convertirnos en Dios. “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. ¿Qué sale de ti? Nunca las normas pueden agotar al Cristo del jueves santo, el Cristo que toma la toalla para enjugar los pies de sus discípulos. El Cristo que levanta a la pecadora a punto de ser lapidada. Ese es el Cristo que la humanidad necesita hoy, no otro. Las gentes andas cansadas de ser simples objetos en la sociedad, sólo números. Nuestras iglesias no pueden ser un recinto limitado a recoger monedas, a impartir preceptos. Nuestras iglesias están llamadas a ser recintos de amor y de libertad. Y en nuestras iglesias han de caber TODOS, absolutamente TODOS, incluidos los que la sociedad no quiere, los que el mundo detesta; es más, incluidos los que la Iglesia humana no acepta. Hacer a Cristo presente, es hacerlo aquí y ahora, en cada persona. Él, en su vida terrena, no pregunta primero sobre la dignidad y luego tiende la mano. Le importa poco la dignidad en el sentido de “estar bien visto”, el primero tiende la mano y después ofrece la libertad de seguir agarrados a esa mano.

Una iglesia que camina en el mundo, ha de hacerlo con los signos de los tiempos, pero sobre todo sin olvidar nunca el principal signo de Dios: amaos unos a otros como yo os he amado. ¿Y cómo nos ha amado?, sin preceptos, sin preguntas, hasta la muerte. ¿O acaso antes de curar a un leproso o levantar a un inválido le pregunta sobre su status en el mundo judío? Nunca lo hace, eso no es importante. Lo importante para Cristo es la persona. Cada uno de los que profesamos su nombre somos llamados a ser Cristo para el mundo, por tanto, nuestra misión no es juzgar y exigir, sino amar y tender nuestra mano. No hay condición humana, ni condición sexual, ni condición de status, ni condición política que nos pueda alejar de Dios. NUNCA. Si a algo hemos de temer realmente es a que Jesucristo algún día, pueda decirnos esas mismas palabras: HIPOCRITAS.

Una Iglesia

Una Iglesia

No sé ni como ni por qué, pero soñé en una iglesia real, en una iglesia al estilo de Jesucristo. En mi sueño aparecían grandes personajes cuyo mérito era su anonimato. Resulta curioso, pero en mi sueño no aparecian precisamente sacerdotes, los protagonistas eran las gentes sencillas que necesitan a Dios. Dios no se hace presente en las grandes celebridades, se hace presente en acciones tan sencillas como el beso de un nieto a su abuelo. Estamos llenos de normas y preceptos, y esta nube cubre con mucha frecuencia al Dios de Jesucristo, al Dios del Amor y de la Verdad. La búsqueda de los primeros puestos, la constante necesidad de la relevancia, del mandato, de la moral, de la jurisprudencia, de hacer por hacer ajustandose a un papel; todas esas cosas son las que muchas veces nos alejan de ese amor primero que es Jesucristo. Amar a la Iglesia no es en absoluto cumplir sus letras históricas; es buscar la verdad en ella, es no caer en la tentación de creer que todo está ya hecho o terminado, es estar abiertos a los cambios y a las necesidades de una nueva sociedad que necesita mucho de la esperanza de Cristo. No podemos quedarnos en la misa del domingo, ésta pierde todo su sentido si se limita a un quehacer dominical; lejos de eso, el enamorado/a de Dios necesita ver todo a la luz de Cristo, TODO, no solo lo que interesa. Cuando alguien se pregunta en su interior ¿dónde está Dios?, alguo falla en los encargados de contestar a esa pregunta. ¿Por qué tenemos miedo a la evolución, al cambio?, ¿por qué nos anclamos en la historia pensado que cualquier tiempo pasado fue mejor?. Es doloroso, muy doloroso, cuando alguien sigue diciendo aquello de "creo en Dios, pero no en la Iglesia"; cada vez que alguien pronuncia ésta frase, deberíamos de rasgar nuestras vestiduras para profundizar en nosotros mismos, buscando qué es lo que hace que se pueda seguir repitiendo ese sentimiento. El amor a la Iglesia no es el acatamiento borreguil, no; es la búsqueda de la Caridad en ella. Y esa es una responsabilidad de todos los que formamos parte de ella. No se trata de hacer crítica arrasadora, de eso ya se encargan los que no aman a Dios, se trata de buscar errores y fallos que se nos escapan como cristianos, buscando hacerla más presente y cercana a la gente de la calle, a los de las oficinas, a los colegios, a los institutos; incluso me atrevería a decir a los políticos, pero sin entrar nunca en politica. Jesucristo, nunca organizó ni organizaría manifestaciones políticas, ni referendum idealistas, ni otras tantas cosas... el nos dice: Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida. Dejemos la política a los políticos. Resulta curioso encontrar a creyentes profundos, que nunca han pisado una Iglesia. ¿Por qué?, buena pregunta, quizá la respuesta la encontremos en su propio corazón. Nuestra misión como cristianos no es criticar al que no cree, que normalmente es lo que hacemos, sino anunciar y compartir a Cristo. Por cierto, una última pregunta... ¿cómo se puede hablar del amor a Dios sin sentir el amor?. Una respuesta atrevida... El amor a Dios empieza por el descubrimiento del amor humano. ¿Entonces, por qué a veces las normas nos prohiben amar?... Cada uno que busque su respuesta, yo ya la he encontrado.

Los ojos de Dios

Una de las cosas más peculiares de la juventud es su capacidad de inquietud. La inquietud es, sin duda alguna, un sentimiento que nos hace estar despiertos, vivir con ilusión. Quizás, lo que nos ocurre en el fondo, cuando la inquietud de los jóvenes nos molesta, es que añoramos esa capacidad de vivir la vida como una auténtica aventura. El niño, quiere descubrirlo todo; es más, el mundo en sí mismo es para él un auténtico universo por descubrir, aunque ese mundo se limite a su propia casa, padres, hermanos o compañeros. El adolescente experimenta cambios a su alrededor y en su interior, unos cambios que hacen que ya no sea el mundo aquello que está por descubrir, sino que sea el mundo el que tiene que descubrirlo a él. La persona madura, cree saberlo todo, y piensa que ya no tiene nada que descubrir en el mundo y que, el mundo, tampoco tiene que descubrirle a él; es entonces cuando todo se convierte en rutina. Jesús de Nazaret dijo en una ocasión: "dejad que los niños se acerquen a mí"; sin duda puede que se refiriese a ésta realidad. Acercase a Jesucristo es hacerlo con un corazón y una mirada de niño, es decir, con la capacidad de descubrir en él algo nuevo en cada ocasión. Quien cree saberlo todo, o tenerlo todo controlado, no necesita de Jesús; pues él es inquietud, novedad siempre fresca, vigor por descubrir. La fe no es una teoría, ni la suma de una serie de premisa que nos ayuden a llegar a una conclusión definitiva; no puede serlo. Es, más bien, esa inquietud del niño, ese despertar a la ilusión diaria y, en definitiva, ese sentir la necesidad de Alguien que está por encima pero a tu lado. Solo un corazón de niño puede descubrir en Dios a un Padre que ama con corazón de Madre. A quien dice que en Dios no hay ni raza, ni color, ni sexo. Yo pienso que no es así, que Dios si posee esas cualidades: Dios tiene raza, la raza humana, por eso podemos sentirlo cercano, porque nuestra naturaleza es la suya, porque somos su imagen y semejanza. Decir que Dios tiene raza es, para mí, afirmar que Dios tiene algo de humano, es decir, que Dios puede amar y llorar. En definitiva, la raza de Dios somos tú y yo, pues no creo que existan razas distintas (eso son simples convenciones sociales), sino que existe una única raza: la humana. ¿Que Dios no tiene sexo?, pues claro que lo tiene y con gran hermosura y claridad lo señaló el papa Pablo VI: Dios es un Padre que ama con corazón de Madre. En Dios confluyen los dos sexos, pues tampoco creo yo que exista esa diferencia; hombres y mujeres somos distintos en nuestra configuración física y biológica, o más que distintinta, yo me atrevería a decir que  complementaria. Pero cada hombre tiene los mismos sentimientos que cada mujer y, cada mujer, la misma fortaleza que el hombre; ¿O acaso no sufre un padre igual que una madre?, ¿no sueña una madre igual que un padre con el futuro de sus hijos?, pues claro que si. Dios es Padre y Madre, por eso ama. Y por fin un color: ¿Dios no tiene un color?; creo que si, su color es la claridad, el arcoiris. Así me imagino yo a Dios, me lo imagino y lo veo cada vez que veo un arcoiris. Nuestra convenciones sociales son demasiado estrictas: llamamos blancos a los que en realidad son de piel rosada; negros a los de piel marrón y amarillos a los de tez blanca. Nosotros diferenciamos y confundimos, en cambio, en el arcoiris de Dios caben todos lo colores. Los hombres establecemos normas, ordenamos conductas, marcamos leyes; Dios sonrie como un niño y abraza como un niño. Los hombres condemanos acciones y juzgamos comportamientos; Dios juega a sentir amor. Si somos lo auténticamente niños, podremos ver a Dios. Si queremos seguir con nuestras "madureces" enmarcadas y estereotipadas, Dios no quiere vernos a nosotros. El Padre y la Madre saben jugar con su hijo, hacerle feliz. Dios sabe compartir nuestro juego, el juego de la vida. No lo olvides: ¿quieres ver a Dios? se un niño en tu corazón.

¿Creer en Dios?

Quizás sea ésta una de las preguntas que más el ser humano se ha hecho a lo largo de su existencia, y curiosamente, después de tantos siglos de existencia, sigue sin ser contestada. Resulta casi lógico, si tenemos presente que la pregunta que se hace el ser humano realmente no es ésta. ¿No será más bien que lo que nos preguntamos de verdad es si sirve para algo creer en dios?, es decir; la respuesta que buscamos ante esta cuestión no es su existencia o no, sino su utilidad en referencia a mi propio ser. Necesitamos creer en Dios, sí, pero en muchas ocasiones es simplemente para satisfacer nuestra limitación, la cual nos recuerda que por muy altivos que nos creamos, tenemos un fin. La pregunta por dios en términos de utilitarismo, lleva a unos a manifestarse ateos, pues Dios no tiene ninguna utilidad inminentemente práctica en mi vida; a otros a manifestarse agnósticos, dado que la incertidumbre de la duda tiene como respuesta la omisión de la afirmación o negación. En tercer lugar, están los que afirman su fe contra viento y marea, a estos habría que recordarles que la fe no es un absoluto en términos intelectuales, sino más bien una consecución diaria y un don existencial. Surge, como renacido de la ceniza, el que desde la mística más piadosa, basa su fe en argumentaciones de otros, es decir, en vidas de santos, en experiencias pías de antaño o en no se que espiritualidad del vino y el incienso; a este ser, también habría que recordarle que la fe colectiva dista poco de la paranoia colectiva, es decir, que Dios no es un marcianito que sorbe nuestros sesos o que se trasforman en una droga medioambiental para conquistar nuestro sueño. Dios es algo más, no es el conjunto de la colectividad ni el resultado de creencias medievales, pues junto a ellas también nacieron la brujería y la superstición, así como la santería.

¿Entonces?

La creencia en Dios va más allá de todo esto, pues si analizásemos cada uno de estos personajes nos daríamos cuenta de algunas realidades:

El ateo necesita negar a Dios para auto convencerse de su inexistencia. Prueba de ello es que toda su argumentación comienza diciendo: si Dios existiera…, si para ti no existe, ¿Por qué necesitas ponerlo en duda? ¿por qué es la prueba que revalida su existencia?.

El agnóstico es un caso peculiar, dado que remite sus afirmaciones a sus premisas; es decir, duda desde la negación. A este personaje cabría recordarle también que como siga por ese camino, le conviene replantearse su propia vida, porque la respuesta al amor está precisamente en la no necesidad de premisas; es más su propia existencia se remite a la premisa de su preexistencia, lo cual indica que por mucho que se esfuerce en probarlo, él tampoco existe, es mera proyección del pensamiento.

Caso peculiar lo constituye el creyente a viento y marea. ¿Dónde radica su fe?, si duda alguna, en su propio orgullo y su egoísmo, pues su argumentación es la cerrazón, el “no nos moverán”; es decir, la argumentación del que no necesita argumentar; su falta de capacidad para escuchar o compartir es de la que se deduce la limitación de su pensamiento, incapacitado por su propia invalidez mental y vital.

¿Y aquél cuya fe es la de otros?, pues eso, es la fe de otros. Apenas tienen la capacidad de argumentar su propia fe, sino que necesita las argumentaciones de otros para justificar la suya propia.

Así pues, ¿dónde está la creencia en Dios?. ¿Quieren ustedes saber dónde está la razón?. Pues yo se la diré:

La razón de su existencia está en mi vecina Margarita, que a sus ochenta y nueve años cumple la profecía: “Te doy gracias Padre, porque no has revelado estas cosas a los sabios y entendidos”, sino a la gente sencilla.

La tia margarita nunca supo leer, ni tan siquiera sabía firmar. Aquella mujer blanquecina, de pelo cano y ojos profundos, nunca pronunció una palabra más alta que otra. nunca hizo argumentaciones sobre la existencialidad de Dios, nunca supo que era aquello de la espiritualidad profunda del ser ontológico. sus estudios consistían en distinguir lo que era un pimiento verde de uno colorado; ni tan siquiera distinguió lo que era un euro de una peseta. sólo sabia que su misión en esta vida era vivir y vivir de verdad, amar y amar de verdad. la tia margarita no sabia latin ni filosofía. y sabia algo más importante: que Dios la amaba, que nunca le había abandonado; ni tan siquiera aquella tarde gris en la que tubo que dar sepultura a su hija y ser madre de sus nietos. para ella lo único importante era que su nuevo hijo y sus nietos fuesen amados como ella había sido; que sintieran que Dios no les había abandonado.

la fe es personal, el cristo de la cruz y de la vida viene a cada mujer y cada hombre en cada momento y en cada circunstancia. descubrilo de verdad es hacer lo que hizo margarita: dejarse descubrir y amar por el.

¿Creer en Dios?, depende de ti.